Llamados a bajar la tensión ante ofensiva rebelde en Siria
Los llamados a bajar la tensión aumentaron el lunes ante la ofensiva fulgurante de los rebeldes que se apoderaron de vastas regiones del norte de Siria, por lo que se teme una reanudación de los combates a gran escala tras más de una década de guerra civil.
El presidente de Siria, Bashar al Asad, denunció el lunes un intento de "redibujar" el mapa de Oriente Medio, tras la ofensiva relámpago de grupos rebeldes.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se mostró el lunes "alarmado por la reciente escalada de la violencia en el noroeste de la Siria" y llamó al "cese inmediato de las hostilidades", según su portavoz.
A su vez, Estados Unidos exhortó a "todos los países" a trabajar por una "desescalada", mientras que la Unión Europea "condenó" los bombardeos rusos "contra zonas densamente pobladas".
El régimen de Asad, aliado de Irán y de Rusia, perdió por primera vez el control total de Alepo, de unos dos millones de habitantes, desde el inicio de la guerra civil en 2011.
La segunda ciudad de Siria fue arrebatada por una coalición dominada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y facciones rebeldes sirias, algunas respaldadas por Turquía.
Aviones sirios y rusos bombardearon en respuesta sectores controlados por estos grupos en la provincia de Idlib, en el noroeste.
Ante esta ofensiva sorpresa, que empezó el 27 de noviembre, Asad buscó el respaldo de Irán y Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo iraní, Masud Pezeshkian, expresaron su respaldo "incondicional" al régimen sirio, indicó el Kremlin en un comunicado.
Los enfrentamientos derivados de la ofensiva ya dejaron al menos 514 muertos, incluido 92 civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una oenegé con sede en Reino Unido pero que dispone de una extensa red de fuentes de información en el terreno.
Esta "escalada terrorista" busca "fragmentar la región, desmoronar sus Estados y redibujar el mapa" de Oriente Medio "de acuerdo con los intereses y objetivos de Estados Unidos y Occidente", dijo el presidente sirio en conversación con su par iraní.
- "No sabemos lo que va pasar" -
"Estamos en la incertidumbre, no sabemos lo que va pasar", expresó un habitante contactado desde Alepo, que prefirió no dar su nombre.
El lunes escuchó "un bombardeo, pero no disparos", añadió. "Está bastante tranquilo" y el toque de queda impuesto por los rebeldes terminó a las siete de la mañana, continuó.
Entre las siete y las diez, las calles estaban vacías, describió. Luego hubo cierta actividad, pero "nadie fue importunado". "Algunos milicianos dijeron a las chicas que se cubrieran con un velo", agregó.
HTS y las otras facciones rebeldes lanzaron su ofensiva desde la provincia de Idlib y tomaron decenas de localidades de la zona y de la provincia de Alepo, con excepción de los barrios situados en el norte de la ciudad, habitados por los kurdos.
Más al sur, los rebeldes bombardearon el lunes con lanzacohetes la ciudad de Hama, controlada por el gobierno, donde murieron seis civiles, según el OSDH.
Los violentos episodios de los últimos días en Siria, los primeros de esta magnitud desde 2020, revivieron los temores de un recrudecimiento del conflicto en un país dividido en varias zonas de influencia y con enemigos apoyados por diferentes potencias regionales e internacionales.
Tanto Turquía, fronteriza con Siria, como Irán, Rusia y Estados Unidos mantienen una presencia militar en el país, escenario de una guerra civil que estalló tras la violenta represión de protestas pacíficas en 2011.
El conflicto, que involucró a potencias regionales y mundiales así como a grupos yihadistas, dejó medio millón de muertos y millones de desplazados.
La ofensiva relámpago de la semana pasada coincidió con la entrada en vigor de un frágil alto el fuego en el vecino Líbano entre Israel y el movimiento islamista Hezbolá, un aliado de Asad y de Irán que se vio debilitado tras dos meses de una guerra sin cuartel.
Fue gracias al apoyo militar de Rusia, Irán y de Hezbolá que el régimen de Asad logró cambiar el rumbo de la guerra en 2015, al recuperar una gran parte del territorio y Alepo en 2016.
El noroeste de Siria se mantuvo en los últimos años en una calma precaria, posibilitada por un alto el fuego establecido tras una ofensiva del régimen en marzo de 2020, mediado por Rusia y por Turquía.
Estados Unidos, que tiene soldados desplegados en el norte de Siria, apoya las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos y que combatieron el grupo yihadista Estado Islámico (Ei) en el país.
El jefe de las FDS, Mazlum Abdi, anunció el lunes que trabajan para evacuar a civiles kurdos de varios sectores de la provincia de Alepo hacia "zonas seguras en el norte del país", donde instauraron una administración autónoma.
M.Palmer--MC-UK