El horror cotidiano de las violaciones en el este de RD Congo
Me violaron junto a la carretera. Y a mi hija de 12 años también", explica en frases cortas Alice, de 28 años, en una sala del hospital de Masisi, en el este de la República Democrática del Congo.
"Volvíamos a pie del entierro de mi suegra. Empezaron por atar a mi marido", continúa en el mismo tono entrecortado la mujer, cuyo nombre, como el de otras víctimas, fue modificado.
La agresión ocurrió a mediados de febrero, en una carretera en las afueras de la ciudad de Masisi, a menos de 100 km de Goma, la capital de Nord-Kivu.
Esta provincia y la vecina Ituri están bajo estado de sitio desde mayo de 2021. Esta medida, que da plenos poderes a los militares, fue tomada para intentar erradicar los grupos armados que abusan de las poblaciones del este del país desde hace más de 25 años.
Pero el horror continúa.
Un primer hombre violó a Alice. Después, el jefe del grupo "clavó un cuchillo en mi vagina. Después hubo disparos. Huí abandonando a mi marido y a mis dos hijas, incluida esta que veis aquí", explica dando el pecho a una bebé de siete meses.
Más de un mes después, todavía no tiene noticias de su marido, que huyó, ni de su hija que los militares dicen haber rescatado y confiado a una asociación.
¿Sus agresores? "Hombres armado", pero con pocos detalles más. Algunos llevaban el uniforme del ejército congoleño, otros no. Todavía traumatizada, solo recuerda que "hablaban lingala, suajili (dos lenguas nacionales congolesas) y kiñaruanda (lengua nacional de Ruanda)".
- Maridos huidos o asesinados -
"Perdón, tenemos que dejar libre la oficina", interrumpe Faida, encargada de la acogida de "supervivientes". "Tenemos muchos casos nuevos que llegan hoy".
Nueve mujeres y chicas son admitidas esta tarde de marzo en la unidad de víctimas de violencia sexual del hospital de Masisi, respaldado por Médicos Sin Fronteras (MSF).
Todas las mujeres entrevistadas ese día han sufrido al menos dos violaciones en su vida. En la infancia, en la adolescencia, el mes pasado...
Todas han perdido a sus maridos. Algunos han huido tras las repetidas violaciones de sus esposas y a veces también de sus hijas. Algunos han sido asesinados por "hombres armados".
Chloé, de 26 años, con un pareo azul y amarillo, relata su experiencia con la mirada caída y aspecto débil. "Estuve ya aquí en julio del año pasado. Dos hombres armados me violaron cuando estaba en el campo".
El 24 de febrero pasado, estaba recogiendo judías en la cresta que domina Masisi Centre cuando un "bandido armado" la violó nuevamente mientras un cómplice vigilaba los alrededores.
Su hermano, a quien contó la agresión, la llevó al hospital. Al volver a casa, en el campo de Bihito, en la salida este de Masisi, su marido había desaparecido.
"No habrá podido soportar que fuera violada una segunda vez", intenta explicar.
Ahora está sola, desplazada en un embarrado campamento, aguantando chubascos cotidianos y con cuatro bocas que alimentar.
- "¿De qué sirve denunciar?" -
Ninguna de las mujeres pretende denunciar el caso.
"No conozco la cara de mi agresor. ¿De qué sirve denunciar? Nadie nos dará justicia", asegura Marie, de 37 años, abandonada desnuda en un campo el 26 de febrero tras ser violada junto a una amiga.
Cada mes llegan decenas de historias como las de Alice, Chloé o Marie al hospital general de Masisi. Cientos de relatos cada año que rivalizan en su horror y su sadismo.
La oenegé MSF constata que muchas mujeres alojadas en los campos de desplazados son violadas cuando, por falta de víveres, deben volver a los campos para alimentar a sus familias.
Jean-Marc Biquet, responsable del proyecto de MSF en Masisi, se alarma ante "la violencia sorda que perpetúa un clima de inseguridad permanente y deja a las víctimas y la comunidad profundamente traumatizadas".
Desde comienzos de año, la unidad de víctimas de violencia sexuales ha acogido, escuchado y curado a 211 "supervivientes" en Masisi y su periferia.
Los datos disponibles de los años precedentes son difícilmente extrapolables.
Uno de los motivos, según testigos recogidos por AFP y corroborados por el informe de una oenegé, es que la misión de Naciones Unidas en República Democrática del Congo propuso en 2020 y 2021 hacerse cargo de las víctimas y les ofrecía una remuneración si denunciaban a sus autores.
"Esto provocó por una parte un aumento de presuntas falsas denuncias de violencia sexual y, por otra, represalias contra algunas supervivientes", indica este informe.
En 2018, el ginecólogo congoleño Denis Mukwege recibió el premio Nobel de la Paz por más de dos décadas de lucha en favor de las mujeres víctimas de violación, usada como arma de guerra en el este de República Democrática del Congo, donde todavía trabaja ahora.
L.Gastrell--MC-UK