

Risas y penas de jóvenes sin papeles en su primer ramadán en Madrid
En la plaza de Lavapiés en Madrid, Baye Serigne rompe el ayuno junto a algunos amigos, un ritual diario durante el ramadán para este joven senegalés, que así se siente "un poco" más cerca de Dakar y olvida los problemas de vivir sin papeles.
El joven llega poco antes del atardecer y recoge los alimentos que desde 2018 distribuye un grupo de senegaleses en cada ramadán, el mes sagrado de los musulmanes.
Esa noche en el menú, café y sándwich de yassa de ternera, una especialidad a base de carne marinada y cebolla.
"Te llena el estómago" después de un día sin comer ni beber, se alegra el joven de 23 años, que vive este año su primer ramadán en España, lejos de su familia.
Para su "iftar" --la cena para romper el ayuno diario--, este mecánico sale de su centro de acogida y pasa una hora en el transporte público hasta Lavapiés, un barrio multicultural del centro de la capital española.
La plaza de Lavapiés "es un poco mi Dakar, donde uno se las puede arreglar para sobrevivir", explica este migrante sin papeles llegado en octubre a Madrid.
- Cita ineludible -
Entre 50 y 200 personas se reúnen en la plaza todas las noches para romper el ayuno bajo la atenta mirada de la policía, indica Aliou Badara Wagnan, una de las personas que organiza la distribución de alimentos, disponibles para todos los que llegan, musulmanes o no, que hayan hecho ayuno o no.
"Para aquellos que acaban de llegar a España, es muy complicado. Están en centros, no tienen para comprar lo necesario o cocinar. Solo intentamos asegurarnos de que todos puedan comer", explica este obrero de 33 años.
El primer día, en 2018, "ni siquiera había 30 personas y ahora podemos distribuir hasta 400 sándwiches", recuerda.
Este "iftar" se ha convertido en una cita ineludible para miembros de la comunidad de África occidental, que aprovechan el encuentro para compartir consejos o contar desilusiones de su vida diaria como migrantes en situación irregular.
"Intento venir todos los días. Es bueno pasar un momento feliz y olvidar los problemas. Hablamos, nos reímos", explica Assana, quien no quiso dar su apellido.
Este joven de 23 años, que era pescador en la ciudad costera senegalesa de Saint-Louis, también vive su primer ayuno lejos de su país natal. Cada mes, encadenando pequeños trabajos, logra ganar un poco más de 1.000 euros (1.080 dólares).
"El mayor problema no es el trabajo, sino los papeles", asegura Assana.
Sin permiso para trabajar, muchos jóvenes migrantes que no pueden quedarse en su centro de acogida durante el día, deambulan sin rumbo en Lavapiés.
"No hacemos nada en todo el día. Si me dieran dinero para volver, creo que lo haría", confiesa uno de ellos.
- "Un futuro" -
La mayoría aún alberga la esperanza de regularizar su situación después de haber arriesgado la vida para alcanzar las islas Canarias, una de las principales puertas de entrada de migrantes en Europa.
Todos los entrevistados por AFP, de entre 18 y 30 años, cruzaron el Atlántico a bordo de embarcaciones precarias, desde la costa noroeste del continente africano hasta el archipiélago español.
Según el Ministerio del Interior, 46.843 migrantes llegaron a Canarias en 2024, un récord.
Aliou Badara Wagnan, que reside en el país desde hace siete años, destaca que España necesita "manos". Él lo constata diariamente en las obras en las que trabaja.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también lo cree. A diferencia de la mayoría de sus homólogos europeos, el dirigente socialista defiende una visión positiva de la migración, en la que ve una solución a los problemas económicos de Europa y al envejecimiento de su población.
España creció un 3,2% en 2024, un desempeño impulsado por el turismo y el aumento de su población, gracias precisamente a la migración.
Por todo esto, Baye Serigne ve "un futuro" en este país, donde ahora busca formarse.
A.Davidson--MC-UK